AMISTAD, AMOR, Y TAPAS

            -¡Hola Princesa de las tapas¡-

            Al oír esta voz que me era familiar, he dejado los platillos dentro de la vitrina frigorífica, y al levantar la cabeza he visto que ahí estaba ella, Sofí, mi compañera y amiga cuando empecé a trabajar para Carlos, mi actual pareja sentimental y socio del bar de tapas que regentamos desde hace dos años, justo el tiempo de su ausencia. Al salir  de detrás del mostrador  nos hemos abrazado y besado con efusión. Pero...pero acto seguido he sentido un aguijonazo en el pecho. Como si un peligro premonitorio hubiera venido de visita.

***

            En octubre del pasado año, Carlos me sugirió la idea de ir a Bilbao y San Sebastián. Estos  lugares eran buenos para rastrear, y si fuere necesario copiar algunas recetas de tapas. Teníamos que romper la inercia en la que estábamos sumergidos por la enquistada crisis que vivíamos. Debíamos  ofrecer a nuestros clientes algo nuevo, diferente y original. Estuvimos diez días allí y otros diez en Barcelona, donde participamos en un curso que impartieron dos renombrados cocineros de nuestra tierra. Fue lo más provechoso y práctico  que  hicimos en mucho tiempo. Fuimos adquiriendo un excelente pedigrí, aunque para esto tuvimos que sacrificar parte de  nuestras  relaciones personales. Nos turnábamos, y aunque seguíamos profundamente enamorados, el cansancio nos hizo aparcar nuestros proyectos familiares de futuro. Nos dimos una tregua de dos años. Si el negocio seguía por estos derroteros, intentaríamos ir a buscar el hijo que deseábamos. Los martes durante nuestro descanso semanal, nos resarcíamos de nuestras carencias amorosas.

           

***     

            Le he contado a Carlos la visita de Sofí y sus intenciones de venir a trabajar con nosotros. Ella tiene la seguridad de cumplir los requisitos que demandamos en nuestro anuncio. (Me ha parecido que se ha mostrado   excesivamente entusiasmado) No me ha agradado en absoluto, ni he podido evitar hacer un play back mental de nuestra época juntas, y no me ha complacido recordar nuestras mutuas confidencias. Ella, lo mismo que yo,  tenía la intención de tirarle "los tejos" a Carlos. Incluso hicimos apuestas sobre "quien se llevaría el gato al agua"  Y ahora se presenta de improviso, y yo no sé con que intenciones. He intentado rebajar el entusiasmo de Carlos, con frases tan manidas como... Nunca segundas partes fueron buenas y otras lindezas de las que no ha hecho caso, pues según dijo...

            -Son zarandajas de pueblo.-

            Y apostilló.

            -Fuimos un buen equipo, y si cada uno ocupa el lugar que le corresponde no ha de haber ningún problema.-

            Encima a abogado por ella, recordándome lo carismática que era.

A despecho mío, hemos quedado para el próximo miércoles para hablar del posible contrato. 

           

***

            Ya es miércoles. Una extraña sudoración humedece mis manos y siento como palpita mi corazón. Ahí está, sigue siendo puntual. Viene  acompañada de una mujer rubia, alta, vestida con un traje chaqueta.  Es guapa, aunque de facciones duras, sus ojos azules tienen una mirada fría. ¿Quien será? Las saludo, aun que no puedo evitar una merma de mi anterior afecto.

            -Hola, ¿como estás?- 

            Me la presenta.

            -Adela esta es Sonia, la amiga de la que te he hablado.-

            Nos saludamos. Me estrecha la mano. Ni por asomo me acerca el rostro. No sé que me pasa, siento como si algo se desquebraja en mi interior. Objetivamente no tengo razón alguna para sentirme así, pero no puedo evitarlo. Mis sentimientos me delatan. Sofí sonríe enseñando esa dentadura endemoniada mente bella y perfecta. Me coge las manos y me mira directamente a los ojos. ¡Que inteligente  es! ¡La muy zorra ha intuido y adivinado mis pesares!  Me tranquiliza con estas palabras.

            -Cariño está tranquila. Como puedes ver, la vida da muchas vueltas. No temas nada, Adela y yo somos pareja desde hace más de un año, y te garantizo que somos muy felices.-

            Sigue mostrando esa arrebatadora sonrisa. Su insólita confesión me deja durante un largo rato perpleja. Por fin reacciono. Me levanto y le doy un abrazo y le digo con toda la alegría de mi corazón.

            -¡Eres una tía legal! ¿Te parece que os invite con algunas de mis famosas tapas? ¡Voy a llamar a Carlos!  Creo que no será necesario que venga.

                                                                                                                                                     T.V. Tolsa